La propia DGT lo advierte: la norma actual sobre cómo deben trasportarse a los animales de compañía no aclara mucho; es difusa y precisa de una reforma que, al parecer, ya está en marcha. En este sentido, el artículo 13 de la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, solo señala que el conductor tiene la obligación de colocarlos de forma adecuada para que no dificulte su visibilidad y permita su libertad de movimientos “sin interferencias”.

Por su parte, la Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los animales, recientemente aprobada por el Parlamento, tampoco especifica la manera en que las mascotas deben ser transportadas, más allá de la obligación del dueño de atender a sus “necesidades fisiológicas y etológicas” durante el viaje y de colocarlos en un espacio suficiente que garantice “la seguridad vial y la seguridad del animal”.

Sin embargo, más allá de lo establecido por la ley, es muy importante que el propietario de un animal tome conciencia del peligro que pueden suponer llevar un animal suelto en un coche, tanto para la mascota como para los propios ocupantes del vehículo.

Por eso, existen una serie de “líneas rojas” o comportamientos a evitar de cara a los desplazamientos de Semana Santa:

1. No dejarlo suelto jamás dentro del coche, ni siquiera en el maletero en los vehículos de 5 puertas, a no ser que exista un elemento de separación en el habitáculo. Se calcula que, en caso de accidente, el peso equivalente de un animal puede llegar a multiplicarse por 35. O, dicho de otro modo: si hay un golpe fuerte, el peso de un pastor alemán puede llegar a equivaler a unos 1.225 kilos, lo que le convierte en un riesgo mortal para cualquier ocupante del vehículo.
2. Evitar los elementos de seguridad de mala calidad, como transportines de plástico sin muchas garantías o arneses poco consistentes.
3. No fijar nunca el animal al asiento con una simple correa. Además de que la mascota puede salir despedida en caso de frenazo o accidente con el consiguiente peligro para los ocupantes, el animal puede resultar herido de gravedad o incluso ahorcarse.
4. Evitar a toda costa que saque la cabeza por la ventanilla: no importa que haga buen tiempo o que le guste al animal, es un comportamiento muy peligroso para él y para otros usuarios de la vía, especialmente para los más vulnerables.
5. Cuidado con las paradas de descanso, sobre todo si se producen en un área anexa a la carretera. Los animales pueden estar cansados o aburridos por la monotonía del trayecto y tienden a salir sin control para correr y cumplir con sus necesidades fisiológicas. Por eso, antes de soltarle el arnés, hay que cogerle con su correa, bajar de una forma controlada y llevarlo a una zona segura.

Para transportar a nuestro perro con seguridad, es fundamental utilizar un arnés de calidad que sujete el lomo del perro desde las extremidades superiores y que no sea demasiado largo. Si se tiene otro tipo de mascota, como un gato, o un perro de tamaño más pequeño, también es recomendable utilizar un transportín, pero hay que tener cuidado con su lugar de colocación.

Si el transportín es pequeño, podrá ir en el espacio entre los asientos delanteros y traseros, pero no es la opción más adecuada en caso de impacto lateral, ya que hay mayor riesgo de enclaustramiento. Por el contrario, si el transportín no cabe en este espacio debido a su tamaño, deberá clocarse de forma transversal a la marcha y fijarlo al asiento trasero de manera totalmente segura.