Seguridad Vial

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Limpiaparabrisas invención

NOTICIA - Seguridad Vial

08/02/2023

La seguridad vial en femenino (II): Mary Anderson, inventora del limpiaparabrisas

La sureña Mary Anderson fue una mujer polifacética que además de convertirse en viticultora y promotora inmobiliaria en su Alabama natal, ha pasado a la historia por idear y patentar uno de los elementos más sencillos y a la vez más importantes de la seguridad vial: los limpiaparabrisas. Un ejemplo más de la larga lista de mujeres que lograron vencer a los prejuicios de su tiempo y dejar una huella indeleble en la sociedad.

Mary Anderson nació en la Alabama de la Reconstrucción, una época histórica muy compleja en la que los once Estados del Sur tuvieron que adaptarse a las exigencias abolicionistas de la Unión tras perder la Guerra de Secesión. Estas disposiciones, basadas en tres enmiendas constitucionales, anulaban de facto la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos tomada 10 años antes en el caso Dred Scott contra Sanford, que retiraba la nacionalidad norteamericana a los ciudadanos negros y prohibía al Congreso imponer el abolicionismo. Una sentencia que, a la postre, terminó desencadenando la cruenta guerra civil que asoló el país durante 4 años.

Como consecuencia de la aprobación de estas enmiendas constitucionales, muchas plantaciones sureñas se vieron en una situación muy comprometida, lo que propició su transformación, y, en algunos casos, su desaparición. En este contexto tan difícil, Mary Anderson nació en 1866 en la plantación de su familia, situada en Burton Hill, en el Condado de Greene, en pleno Alabama. En 1870, con apenas 4 años, se quedó huérfana de padre, un hecho que marcó su vida para siempre al tener que adoptar ocupaciones y actitudes que, en aquel tiempo, se reservaban para los hombres.

En 1889 decidió trasladarse a la ciudad de Birmingham (EE.UU.), donde se convirtió en promotora inmobiliaria al financiar la construcción del complejo de apartamentos Fairmont con el objetivo de alquilar pisos y de fijar su residencia y la de su familia. Tras un breve periodo en California, donde se convirtió en ganadera y empresaria vinícola con rancho propio, volvió a Alabama donde continuó con diversos negocios.

La inspiración neoyorkina

Visitando Nueva York, Anderson decidió utilizar un tranvía para acortar sus desplazamientos por la Gran Manzana, muy extensos e incomodos por el frío invernal. Durante ellos, se quedó sorprendida por el tiempo que perdían los conductores en sus trayectos limpiando el agua que se acumulaba en los parabrisas, que les obligaba a parar el vehículo, y subirse al frontal de la cabecera para secarla. Reflexionando sobre ello y viendo que los coches particulares sufrían también aquel contratiempo, decidió inventar un mecanismo que librara a los conductores de esta pesada tarea.

Para ello, concibió un brazo metálico unido a una palanca que se activaba desde el interior del vehículo y que evitaba tener que detenerse y bajarse del coche. El invento, que se fijaba en la parte superior del cristal, era de naturaleza manual y contaba con una banda de goma que secaba y limpiaba la superficie del cristal. Sabiendo de las posibilidades comerciales del ingenio, Anderson contrató un delineante para contar con un diseño propio y financió la fabricación de un prototipo. 

En 1903, la Oficina Americana de Patentes le concedió los derechos sobre el mecanismo durante 17 años, aunque su comercialización no fue fácil. Tras ser rechazada por varios fabricantes, un ingente número de marcas incluyeron el limpiaparabrisas en sus modelos, entre los que destaca Cadillac, el primero que lo hizo de serie en 1922. Hoy en día, este mecanismo es imprescindible para la seguridad vial, y su mal estado puede suponer la suspensión de la posibilidad de circular. De hecho, está considerado como falta grave en la actual ITV de nuestro país.

Mary Anderson fue incluida en National Inventor Hall of Fame en 2011 y figura como inventora de referencia en la web del prestigioso MIT.